Los funcionarios no saben sumar.

Ayer por la mañana, ¡béndita ilusión!, recibí un regalo, sin duda algo que nadie desea que le regalen. "una carta certificada de la hacienda Pública".

En ella, y con gran cantidad de palabreria superflua, se me instaba a presentarme en las delegaciones de mi ciudad, con una cantidad de documentación propia de un biblíografo.

LLegado a la oficina de la inspectora funcionaria del Estado, y sin un apretón de manos propio de las personas educadas, pasó a detallarme los delitos que yo, en mi más estúpida ignorancia, desconocía, y había infringido. Baste decir que mi cara quedó muda de color, y mi cerebro en este instante no atinó a decir ninguna cosa apropiada a mi defensa. Tras este episodio, y sintiendo que si bien no soy de una inteligencia prodigiosa, sé hacer una declaracíon como la que presenté a la señora en cuestión, porque llevo 20 años haciéndolas cada trimestre. Digo yo. Que algo habré aprendido.

Retorné con una sensación de inconformismo latente, no podia creer, es más, me negaba a creer que las declaraciones estuviesen incorrectas. Sentada en mi despacho y calculadora en ristre las sumé dos, cinco, veinte.... veces.

Seguían cuadrando mis queridos númeritos.

Pedí audiencia con la funcionaria y me presenté de nuevo, detallando mis cálculos simpaticos en una hoja de papel. Ella con gesto adusto, me la arrancó de las manos y procedió a sumarla en una calculadora, tras varios intentos infructuosos, el resultado salió a la luz. ¡mis cálculos eran correctos!. Revisó con lupa cada declaración, cada casilla, y cada punto. Tras varios minutos reconoció, ¡ojo!, sin utilizar la palabra equivocación. (loable por su parte) que mis declaraciones eran correctas. Suspiré con alegria. Recogí mis papelitos y me dispuse a marcharme, mientras un señor esperaba para pasar el mismo purgatorio que yo. Y las funcionarias se mofaban de un hombre que acababa de marcharse porque no traía consigo toda la documentacion solicitada "¿Que quiere que le inspeccione, su cuerpo serrano?"...... (risas)

Y es que los funcionarios no saben sumar...... pero saben reir.